Esas cosas que pasan de reprente, un buen día, el localcito en el que nunca me detuve entra en obra. Y los vecinos, curiosos como somos, nos asomamos a la vidriera cubierta que en su misterio no nos deja esclarecer que nuevo negocio se va a instalar en este reducto de pertencia que momentanemante aprendi a querer, el barrio.
Entonces, un buen día abre sus puertas el nuevo habitante de mi camino cotidiano y para mi sorpresa ¡Es una librería!
Cabe aclarar, en "mi" barrio, el que recorro todos los días, no hay librerias y si bien Corrientes es esa mágica calle de los libros y la cultura, muchas veces la fiaca me gana de mano y el 115 pasa muy rapido para que lo siga.
En fin, con el ir y venir de los días me anime a entrar y preguntar y buscar. Me encontré con un lugar calido y que además, para mi novedad, alquila libros (no se muy bien como funciona, todavía no alquilé ninguno).
Lo importante, el librero, esa misteriosa figura, que creo, es el alma de una libreria me hizo pensar que en estos casos que el intermediario es importante, mezcla de asesor y buscador, este muchacho hace de la compra de libros un buen momento. Y entre las cosas que hizo, fue encontrar un libro que hace rato venía buscando (poco, pero buscando al fin).
El gato escaldado, un lugar que recomiendo bien cerquita de Independencia y Boedo.
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